Consejos para el remojo y para quitar las pieles de los granos Antes de cocinar los garbanzos (preferiblemente del año) es preciso ponerlos a remojo entre diez y doce horas. En algunos casos, cuando se prevé que el grano tiende a recio, se aconseja una cucharadita de bicarbonato de sodio o de sal gruesa durante el remojo. Tras este paso se deben enjuagar en abundante agua.
Algunos pueblos de la antigüedad, habituales consumidores de esta legumbre, tenían la costumbre de poner en el agua misma de la cocción un atado de ceniza vegetal. El potasio del atado ablandaba los granos mas rebeldes.
Retirar las pieles
En aquellos casos en los que la elaboración del plato exija la retirada de las pieles del garbanzo hay un viejo método para ello.
Una vez remojados (10/12 horas), bien escurridos de agua, se colocan en un paño o bolsa de tela y se frotan con las manos unos contra otros. Se puede contar también con la ayuda de un rodillo de repostería para esta función.
Una vez sueltas las pieles de los granos se ponen en un recipiente con abundante agua fría, se remueven bien y veremos como las pieles van flotando a la superficie para su retirada.